viernes, 1 de agosto de 2014

2014, una Odisea en el Canal

Nuestras carreteras: Cortesía Torresdeasfalto.com

Una pequeña masa negruzca se desliza desde el borde derecho de la sirga al exterior, mientras Arturo gira la bici para esquivar al inesperado compañero, - “Al menos no he perdido los reflejos”-, se consuela. Nunca había visto uno, pero su formación de ambientólogo y sus trabajos con el visón europeo, le hacían reconocer perfectamente, por su movimiento, tamaño y por su apreciada piel negruzca, a este animal: un visón americano (Neovison vison). Un especie no deseada para él, responsable en buena parte de la escasa población del visón europeo, de cuya presencia su pueblo, Belorado, se enorgullece. Algunos animalistas, seguramente con buena intención, sueltan en ocasiones estos animales de las granjas peleteras, provocando un grave problema ecológico. Pero esta vez agradeció la visión del mustélido extranjero, llegó a creer que no vería otro ser vivo en mucho tiempo, que estaba solo en un camino sin final…

Visón americano

Todo había empezado siete horas antes, en la Dársena de Medina de Rioseco, final de esa locura ilustrada, esa impresionante obra de ingeniería que pretendía llevar en barco el grano de la tierra de Campos, del corazón de la submeseta norte, al  mar Cantábrico, el Canal de Castilla. La llegada del tren terminaría con todo, dejándolo en Alar del Rey, cuando se quería llegar hasta Reinosa, ya en Cantabria. Si mantiene los dos previstos Ramales de salida, el sur, que acaba en Valladolid, y el de Campos, que termina, o empieza, según se mire, en esta Dársena.

Antes de ir a la salida un saludo y fotos con Frodo, del que fue redactor para su conocida página, con el que compartió Hostal y tuvo una grata conversación la noche anterior; un desayuno e igualmente amena charla con Rubén García de Castro, buen ciclista y uno de los dos locales (junto a su hermano) que les guiarían este año, en el bar “Dársena”, cuyo camarero, curiosamente, había sido ciclista.

El día estaba condicionado por las previsiones meteo, así como para él, de su experiencia dos años antes, dónde debió sufrir, muchas veces en solitario, muchos Km contra un viento extremo.

Arturo conocía bien el recorrido, en parte porque algunos Km coincidían con el de hace dos años, y en general porque se lo había estudiado. Igualmente se había estudiado la previsión meteorológica;  como dos años antes, el viento sería del suroeste y cada vez iría a más. No iba a ser tan extremo, pero casi, unos 30 por hora, no estaba mal tratándose de largas rectas totalmente desprotegidas a la sinpiedad del dios Eolo…Realmente el viento pocas veces ayudó, cuando realmente se notaba su efecto, era totalmente en contra o de costado, y fuerte. Pero Arturo estaba de sobra entrenado contra ese elemento, pues no falta en su “Riojilla burgalesa” y en las zonas aledañas de entrenamiento, que suele afrontar en solitario. Tenía su táctica para que ese problema este año fuese menor, y no una pesadilla como en la primera edición.

Dársena de Medina

El otro tema era la lluvia. Estábamos en verano, hablamos de Tierra de Campos,  una de las tres zonas más secas de España, ¿reamente daban lluvia? Sí, se esperaban chubascos, asociados en parte a fenómenos tormentosos, por la tarde, a partir de las 15:00 h, y cierto riesgo de chubascos de poca entidad a partir de las 11:00 h. Amaneció nublado y nunca terminó de levantar, cuando se esperaba en parte saliese el sol. Eso no olía nada bien…

En sus previsiones, estaba como fuese llegar antes de las 3 (la hora límite eran las 4) y evitar la lluvia. Con 21-22 grados que se esperaban sobre las 2, unas pocas gotas que podrían caer, no debían suponer un problema como para echar el molesto chubasquero a los no tan espaciosos bolsillos del maillot. No le resultaba grata la idea de cargar con ello por si acaso durante 163 Km.

Aunque se había hablado de neutralización los primeros 45 Km hasta Cigales, no terminaba de fiarse, y el ritmo vivo que se suponía les iban a marcar no daba como para dormirse en un inicio con repechos y viento.

En la primera edición el inicio fue clave. Recordaba como Pedro Horrillo le pasó por la izquierda como un tiro adelantando posiciones, en una zona con viento de costado favorable, propensa a abanicos. Arturo vio que era el momento de progresar, pero él no es Pedro Horrillo, no es el segundo mejor ciclista de la historia de España en el pavé de Roubaix, no es el lanzador del tricampeón del mundo Oscar Freire, y gregario de lujo de otros muchos grandes campeones. No, no tenia las piernas, ni siquiera la bici de Horrillo, para esa remontada, y se vio cortado desde muy pronto. 

Castillo de Montealegre
No quería volver a padecer eso, había que hacer la primera mitad lo antes posible, para evitar más dureza del viento o la lluvia, y estuvo atento, el viento daba de forma que favorecía los cortes, pero el principio fue totalmente neutralizado, y después fue semineutralizado, aguantó mucho en el grupo, pero luego  ya solo pudo coger un grupito, con excelentes compañeros, entre ellos,”Carlos Alyen-cyclist”, de Bilbao, impresionante su crónica (biziosona, al final del relato), nada menos que 748 Km en dos días, y los míticos foreros de parlamento ciclista: Malearri y Charlie Gaul, curtidos en mil batallas en muchas de las clásicas españolas y de fuera y muy buena gente…todo un honor para él.

En el km 31 les pararían para reagrupar… debía haber contado con eso, se lamentaba, y no pegarse los sprints que se pegó primero por volver al grupo principal, a relevos con un  ciclista que le recordaba a Karpets, y  segundo por relevar en su grupeta (si bien otra cosa una vez ahí hubiese sido poco educado, se entendieron muy bien) ya que se podía ir atrás guardando fuerza. Pero uno nunca sabe y en todo caso más tiempo para descansar.



Una vez en la parada, muchos aprovecharon para mear…Allí estaba la ex campeona salmantina Dori Ruano, junto a Joane Somarriba la más conocida ciclista española,  hablando con otra cicloturista y disfrutando la marcha. Un placer para él compartir pedaladas con alguien de su palmarés.

Entre las bicis que uno veía por allí había para todos los gustos: bicis clásicas, bicis modernas, bicis de montaña, de ciclocross, híbridas de todo tipo, y bicis de carretera normales, en muchos casos con el 23 de cubierta, pero que en otros muchos llevaban más bien ruedas de ciclocross, o al menos 25-28 de cubierta, más ancha de lo normal, más preparadas y seguras para los tramos no asfaltados que debíamos afrontar, especialmente si apareciese el barro, algo con lo que Arturo, a pesar de conocer el recorrido y las previsiones, no contaba…o más bien, no quería contar. Y es que él llevaba unas del 23, unas normales, eso sí, nuevas. Pilló las más baratas del mercado, que al menos son durillas, sin ser especialmente antipinchazos como las Armadillo, aguantan, y nuevas, con 7 o algo más de presión, le daban cierta seguridad frente a los temidos pinchazos.

Pero digamos, Arturo iba a afrontar los 51 Km de tramos de tierra sin nada diferente que lo que hace el resto del año en el asfalto, y eso, que suponía cierta ventaja en ese terreno, era un hándicap en los peores tramos de tierra. Un hándicap que ya conocía…

Entre los participantes los había de toda España, desde Galicia , a Cataluña o Almería, así como de fuera: USA, Canadá, Gran Bretaña, Suiza, Francia y Portugal.

Y así se bajaba del Páramo de Montes Torozos, esos que muchas veces describía Delibes en sus novelas, a la Vega del Pisuerga. Cruzando Cigales, en plenas fiestas patronales, y sorteaban los peligrosos jóvenes embriagados que a las 9 y pico de la mañana aun no han ido a casa y que de forma graciosa te ofrecen su "cachis" de calimocho (fue el momento de más peligro que vio en el recorrido), no, no era el primer avituallamiento líquido, de ese ya tenía buena parte del año, el verdadero vendría poco después, en Cabezón de Pisuerga, donde pudo saludar y conocer por fin en persona a un conocido forero: el leonés Viskovitch, más simpático de lo que aparenta su nick en internet. De ahí poco más tarde se llegaría al primer tramo no asfaltado, la sirga de  “Corcos”   .

Quiso grabar algo, estaba haciendo un video que luego editaría, pero aun así procuró buscar la compañía de alguien, y fue con Visko, su hermano y algunos más, a unos 30 por hora de media por ese tramo…35 como máximo, hay quien habla de que llegó a ir a 50, ¡casi nada! 

Sirgas, tramos de tierra junto al Canal.
 
Sea como sea, aunque siendo un camino lleno de piedras y en el que debes buscar el carril derecho o el izquierdo, con cuidado si deseas cambiar de un carril al otro por la zona media, más accidentada, era sin duda el tramo que mejor estaba este año, y se pudo disfrutar a gran velocidad. En estos tramos no se puede uno relajar, la vista siempre está atenta, los brazos, sufren; los hombros, sufren; el cuello, sufre; las muñecas sufren; y por supuesto, las piernas, sufren.  

Aquí, al revés que en la subida, los kilos incluso se agradecen, sobre todo si son kilos de fuerza (no es del todo su caso). Uno no se puede levantar del sillín salvo en muy escasas ocasiones, y debe coger la bici mayormente con algún dedo en el freno, y siempre, siempre, muy atento a lo que hay en la calzada y como ir trazando, esquivando baches, atento a quien viene detrás y a quien llevas delante, y a ver si en algún tramo el otro carril de la sirga está algo mejor y merece la pena cambiar. Es todo bastante técnico, y hay que afrontarlo sin miedo, de lo contrario, estás perdido. Y cuanto más rápido mejor, pues los baches se notan menos, siempre y cuando no haya dificultades que esquivar, para lo cual es mejor ir despacio o te lo vas a comer y aumenta el riesgo de reventón. Ya que por ahí, aunque llevan buena presión para evitarlo, lo que suele pasar más que pinchar es reventar…

Disfrutó el tramo, volaron, la sensación de volar sobre estos tramos de tierra es difícil de describir, pero es un enorme placer, una enorme sensación de poderío y libertad, de vencer el miedo y flotar donde uno parece condenado a arrastrarse.  En estos tramos va mejor que en los repechos, y como ir a rueda casi no importa, incluso puede ser peligroso, cada uno va a su bola, coge su ritmo, y va sin el estrés de aguantar ruedas sea como sea.

Vio bastantes pinchazos en el camino y agradecía no haber pinchado. Las baratas, aunque nuevas cubiertas, parecían responder bien…

A la salida se vio a rueda de dos chicos, viento de costado, iban a un ritmo que le venía bien, hablando…Aun así, por orgullo propio, dio un par de relevos si bien a sus compañeros no les parecía importar. 


Castillo de Trigueros

Repecho duro en Cubillas de Santa Marta, toca sufrir,  pero allí se agruparon unos cuantos. Con ellos ya, iría hasta Dueñas. Fueron perseguidos por un camión junto al Castillo de Trigueros del valle, y luego una serie de repechos, alguno duro en un pueblo, continuado por un corto tramo de tierra. Bonito. En general aquí el viento era a favor y se avanzaba a pesar del a veces mal asfalto. Esta parte, dos años antes, en sentido contrario, fue mortal.

Así se llega  a Dueñas, este año no quiere parar mucho en los avituallamientos, a diferencia de otras veces, come lo justo, coge cosas, llena el bidón, ajusta un poco la presión de una rueda y sale en un grupito entre otros con "Charlie Gaul", nada más salir, cuando ha cogido peso, y empieza la digestión, un desvío que no figura en el recorrido previsto y de repente, improvisado, un corto, pero bestial muro de hormigón, que hace a algunos poner pie a tierra, y que Arturo libra por poco tirando de riñón, con él, para él escaso, 39x26.

La ruta pasa bajo el Arco de Dueñas
 
Luego un camino, baja la cota de Dueñas y en breve la exigente sirga de  Soto de Albúrez que les llevará tras nada menos que casi 15 Km de tierra y piedras hasta Palencia. En la subida a Sóto de Albúrez apenas unos metros para subir la esclusa, pero duros y llenos de gravilla,  puso pie, como la gran mayoría. Así varios Km, pasando gente principalmente, pero en general siguiendo psicológicamente alguna rueda, un tramo que se hace largo, técnico, duro, pero en esos tramos, se siente fuerte, y disfruta.

Esclusa de Soto de Albúrez

Iba en un grupito, pero en la parte final el terreno es peligroso, hay demasiados baches, parecía como si lo hubiesen bombardeado, pues había amplios agujeros, así que quiere dejar constancia de cómo es ese trozo, pero la cámara del móvil no va , una y otra vez, al final desiste, se ve sólo al salir a la carretera, con un grupito delante, pero ya lejos para el fuerte viento que, desde entonces, iba a acompañar hasta meta casi sin interrupción.

Pasó un tractor, tan rápido que imposible coger rueda. Delante espera el Alto de Autilla, única cota de la marcha. Miró atrás, venía alguien, medio esperó. Era Malearri, forero mítico de Parlamento ciclista, va con el maillot del foro, le dice que va muerto, pero Arturo cree irlo más, si va a ir con ese ritmo, no cree poder más que cogerle rueda…pero poco a poco se ve mejor y da cortos relevos, cogen a otro, suben a 10 por hora. La pendiente no es fuerte, pero sí el viento. La carretera se va empinando cada vez un poco más en busca del Páramo… Esta subida hizo perder a Contador la Vuelta a Castilla y León frente a su compañero Leipheimer (Él estuvo allí pues entonces vivía en Palencia por trabajo), pero en sentido contrario, en su bajada, igualmente con viento, mal terreno para escaladores…
Al final se ve mejor, hay algo más pendiente, y más bien debió aminorar para no soltar a sus compañeros devolviendo el trabajo anterior.

Avituallamiento liquido, lo hace bastante breve, llenó el bidón con de todo un poco: Cola, agua y Aquarius. Mear, y poco más tarde, tras tirar basura en los sitios preceptivos, salir. 

"Mar de Campos"
Va esperando un grupo adecuado, que podría llegar o no, porque ir solo es una locura, y o bien ir a relevos si no van muy rápido, o bien ir a rueda si quienes aparecen llevan buen ritmo y no le miran raro. Por suerte le toca lo segundo, suerte entre comillas, pues iban fuerte. Les dio algún relevo por cumplir a esta pareja de granadinos. Les dijo que no podía darles más y ellos que tranquilo, sin problemas, que a rueda. Pasaron un par de grupitos y se les unió alguien más que le dio agradable conversación, pero Arturo apenas podía hablar.

Victor les pasó en un coche de la organización, que si todo bien…. – “Sí”, respondieron al unísono. Es un decir en su caso cuando iba con el gancho y con ese viento, pero sí, todo bien… Iba a rueda, pero al límite, el viento entraba por todos lados… En las suaves bajadas relajaba un poco, incluso relevaba, pero todo lo demás era apretar para aguantar y no ceder un metro que sería fatal. 

En los suaves y casi inexistentes repechos, la cosa va al límite y durante dos ocasiones pensó en dejarles ir y esperar el siguiente grupito, que venía medio km más atrás, incluso llegó a despedirse.

Aguantó, no sabe de dónde sacó fuerzas,  sabía que era importante estar ahí,  que eso le daría tiempo de margen para terminar en un buen tiempo la prueba. No es que fuese una prioridad, pero siempre gusta a uno mejorarse. Iba calculando cuanto podía gastar en cada momento, para llegar al límite al final, pero sin problemas, sin desfondarse…comer, beber y excepto un par de relevos, a rueda, salvo que la situación obligue a ir solo o dando mucho la cara.

Se llega al siguiente tramo no asfaltado justo antes de Ampudia: la carretera blanca de la Alconada, al pasar el Monasterio que le da nombre. Les advierte del tema, pues sólo se ve una péqueña flecha que es fácil pasársela si vas centrado en tus relevos, y Arturo conoce bien el recorrido y sabe en todo momento dónde está, algo importante. Quien iba delante de ellos se la pasó, le gritaron, pero con el viento fue imposible.
Monasterio de la Alconada
 
Cruce a derechas y de repente aún en asfalto, viento a favor, todo un alivio para las piernas y el corazón. Pronto empieza el tramo no asfaltado, en un principio llevadero, tiene un piso bastante regular. Otra curva y viento de costado, se sigue bien a rueda, puede grabar algo, más adelante otro giro y viento en contra. 

El ritmo es duro, ha ido muchos Km al límite, pica para arriba y se hace muy costoso seguir ese ritmo, pero lo que definitivamente le hace soltarse es que había varias piedras sueltas, de considerable dimensión, y esquivarlas por precaución le hace bajar el ritmo… se suelta, toma aliento, y graba un poco más.

Al poco vio a Carlos que le pasa por la izquierda como un avión, pero metros delante pincha, sonó como una pequeña explosión.

Paró por solidaridad, iba bien de tiempo, le gusta disfrutarlo, grabó, vio pasar grupillos, repasó su cuentakilómetros y tomó aire. Pero Carlos ya tenía más gente y se vale muy bien solo, estaban a solo un Km del avituallamiento de Ampudia, retomó la ruta, salió de la carretera blanca y se vio en compañía de dos Molteni, uno de ellos campeón del mundo, a lo Merckx. 

Era como si se viese un una clásica del norte en los 70, no podía pedir más. Fue ahí cuando notó la primera gota sobre su cara, anecdótica pensó, solitaria,… el cielo estaba plomizo, pero no negro. El paso por Ampudia se hace ameno y espectacular, entre soportales, con una especie de baldosas que van sonando a su paso…Estuvo poco mas de 5 minutos comiendo y reponiendo líquidos, no veía geles, y pidió por ellos. Le dieron uno, sabía del subidón regenerador que produce por su experiencia de hace dos años, era la segunda vez que iba a tomar. Con uno ya era suficiente, tenia barritas energéticas. Nada de esto es que haga milagros, pero sin una buena alimentación , en una prueba de fondo, estás perdido…

Veía salir gente y salió, pero se vio solo ya que los otros pararon. Llovía levemente, esas gotas gordas que caen separadas unas de otras, seguía siendo anecdótico, lamentaba no hubiese hecho algo más calor para que las primeras gotas fuesen una bendición, pero si caía no sería bienvenido,  las previsiones más negativas parecían confirmarse y eso no parecía bueno…

Arturo es muy optimizador, y le gusta controlar los factores externos en sus salidas en bici. Es como, vencer  la naturaleza, al tiempo atmosférico…Si puede hacer salidas donde casi nunca pille viento en contra mejor, si no le pilla ese viento subiendo mejor,... Va gastando sus fuerzas según esas previsiones y no le gusta que algo se tuerza. Quizá sean manías, cada uno es como es, pero es optimizador, y así entiende el ciclismo, épico, valiente, pero valora quien sabe optimizar sus esfuerzos, y conocer cuando conviene darlo todo o cuando se puede escapar, y optimizar cada uno sus cualidades,  ya que al final eso es lo que hace triunfar. El ciclismo no son solo piernas como muchos piensan, mucho está en la cabeza, tanto en la inteligencia como en la capacidad de ir al límite. Su apuesta era parar poco y tratar de evitar la posible lluvia hasta al menos entrar en el último tramo de sirga, dónde las primeras gotas no debieran ser un problema y le dolería si eso no es así o si las predicciones se equivocan.

Castillo de Ampudia
 
No hay nadie con él así que para bajo la puerta levadiza del bonito Castillo de Ampudia. Hay gente para charlar, se proteje de la lluvia, que pensó pasaría y estaría dos horas sin llover, y espera gente. La gente llega, y sale poco después, una bajada complicada por el piso, mucha piedra gorda suelta, y luego un tramo de tierra malo que más tarde mejora, 800 metros en total hasta llegar a la carretera que les llevara a Villerias de Campos, una  interminable recta de casi 6 Km sin un solo árbol. 

La gente va rápido y les pierde en el tramo de tierra, por evitar los baches, y llega sólo a esa recta con fuerte viento en contra, algo de la izquierda.  La lluvia no cesa, incluso va algo a más. Se hace difícil pasar de 20, y eso que según el perfil eso debiera picar  para abajo… En realidad, aunque alguna vez pica realmente para arriba, tiene la sensación de que siempre pica un poco, errónea, pero así lo parece. 

Empieza su soledad, y es duro ir sólo por ese terreno, piensa. Pasa a una ambulancia, y atrás viene alguien solo. Parece venir deprisa, intenta cogerle rueda, pero es en vano, demasiado ritmo, ya no es cuestión de forzar al límite o uno puede pagarlo, no todos los días se hacen 163 Km y aunque había podido prepararse bien el último mes, los dos meses antes había perdido la forma casi totalmente por diversos factores que pretendía con este reto dejar atrás. Llegaba bien, pero justo. Desde luego, comparado a las quedadas con las que comenzó el Canal, que le hicieron desempolvar la bici de carretera tras 13 años sin usarla y volver a tomarse esto como deporte, llegaba muy bien. Entonces apenas podía hacer en solitario más de 50 Km tras prepararse,  traducidos a 80 a rueda en la primera quedada, y cualquier repecho era el Tourmalet, pero año tras año iba a mejor.

La recta se hizo interminable, al fondo se veía Villerías, pero parecía nunca querer llegar, parecía la recta de la Marmolada en los Dolomitas, parecía que nunca saldría de esa llanura esteparia y plana como una mesa. 

Cernicalo primilla, el pequeño halcón de Campos

Al fin llegó Villerías, una curva y el viento aun daría más en contra. Buscaba un sitio para refugiarse de la lluvia y esperar a alguien. No lo había, finalmente se refugió malamente en una pequeña edificación que ni llegaba a evitar la lluvia. Un perro le ladraba, pronto se vería una pareja y retomó la marcha. Cogió su rueda, no podía hacer mucho más, grabar y darles las gracias, intentó el relevo, pero salir de su rueda era como si alguien te empujase hacia atrás. Parece que llovía algo menos, hasta ahora no había caído gran cosa por mucho que se hiciese desagradable sobre la bici. Les pudo describir lo que quedaba, como daría el viento en cada tramo, como eran los tramos no asfaltados, se podía malamente hablar. Uno de ellos le dijo que en el asfalto iba bien, pero que lo acusaba en la tierra… No le mentía, llegaron al tramo de “Campos”, que es durillo, y pronto se quedó, aunque les seguía de cerca. Arturo iba justo para aguantar a su compañero, ya había algo de barro, que aún no era un gran problema, pero que ya complicaba algo las cosas, pues en algunas zonas podía patinar un poco. Con ese viento lateral contrario le llevaba con el gancho y al final, pero por suerte muy al final del tramo, desistió, disminuyó, grabó un poco, y cruzó relajando las piernas por el pueblo de Meneses, el único tramo de asfalto hasta meta.

Al entrar en el siguiente tramo de tierra, otro participante le alcanzó y fueron juntos. Quería grabar algo del tramo, resulta espectacular como debían buscar el borde derecho de la calzada, estrecha senda por la cual se hace bastante cómodo andar, pues por el resto, que en su día fue carretera asfaltada, es casi imposible andar, es todo baches: piedra fija y rugosa. 

Aquí  no hay apenas barro, pero pronto eso cambia, quiere grabar pero al intentarlo y bajar el ritmo la rueda se le va, eso le hace parar. Intenta grabar, pero la cámara no va, - “mierda de móvil”-, se maldice, debe apagarlo y al final lo consigue, graba su rueda embarrada y el firme resbaladizo. Esto le está retrasando pero hay tiempo y confía en que la lluvia importante no llegue hasta las 3 como se esperaba… 

Pensó, una vez en el tramo final de sirga, en esos 13.5 Km de la “Dársena de Medina”, unas pocas gotas no serán un problema, pues los chopos protegerán, y allí apenas se nota el viento… ¡Pobre iluso!

Autor: Biziosona

Aquí hay viento a favor de costado, pero el barro no deja aprovecharlo bien, poco más adelante se encuentra una cosechadora. Se lo toma con humor, pero va muy despacio, a 9 por hora, y ve que no hay forma de pasarla, y que acaba tomando el mismo cruce a la izquierda que él. 

Eso le enfada, porque empezaba a llover con más intensidad y no era cuestión de estar medio parado, ya lo había estado por grabar. Así que ve una caseta de riego, abierta, ya que estaban regando una finca cercana (otros que no contaban con la que iba a caer, aunque como dice su madre, agua del cielo no quita riego), y se quedó en la puerta de la caseta. El ruido del motor era casi insoportable. 

Los organizadores habían eliminado este año el primer tramo de la sirga final, por tener excesiva gravilla, y lo habían sustituido con un camino de parcelaría paralelo, o al menos así los llamaban en la tierra de Arturo.  Pero de aparecer lluvia, la intención clara era eliminar ese tramo y hacerlo por el Canal, pues era un tramo propenso al barro, pero ya fue tarde para cambiar nada cuando apareció, pues como ya hemos dicho, las previsiones se equivocaron, tanto en la intensidad como en la hora.

Arriba antes de dar la curva, aparecieron  dos ciclistas, uno de ellos sobre en bici, y el otro la lleva a cuestas; era una imagen dantesca. Llueve claramente, aunque no fuerte, al paso del primero de ellos va a arrancar con la esperanza de ir con él. Vio que la cosechadora se ha metido en una tierra cercana a cosechar. No recordaba haber visto cosechar con lluvia, pero aún había caído poco, tras una semana tan seca, el grano posiblemente aun no tendría la humedad que impide ser recogido.

Con los problemas del barro el otro chico se  fue, vio a otro parado quitando el barro de su bici, pronto le tocaría a él. ¡Madre mía, aquello parecía Verdún!, ¡Sálvese quien pueda! Lo que en argot ciclista se denomina una carnicería.  Intentaba pasar por donde su estrecho neumático del 23 no resbale, se hace difícil elegir la trazada, cuesta avanzar sobre el barro y llega un punto en el cual la bici se frena totalmente, se baja, da la rueda para atrás, quita el barro, pero intenta andar a pie con la bici en el suelo y no se puede, se vuelva a obstruir por el barro entre la rueda y el freno a los dos metros de intentar avanzar.

Hubo un momento que se va al rastrojo aledaño. Está lleno de terrones de tierra, pero aún así intenta andar por ahí, ¡sobre la bici! (queda claro que muchas horas sobre los pedales producen cierto trastorno mental transitorio). Le da miedo, pero no por lo que sería lógico pensar, sino porque está lleno de cardos con afiladas espinas amarillas que amenazan pinchazo. Anduvo por allí con la bici al aire y finalmente vuelve a ir por un tramo que ya se puede ciclar, malamente, claro está, pues el barro molesta en el suelo y en el freno, haciendo difícil avanzar, y al principio camina sin la cala puesta pues no entra por el barro, ¡un problema más!, pero al final la consigue poner.

Ya queda poco para los chopos del Canal, allí seguro todo es mucho mejor, pensaba…Era su alivio, y lo que le iba consolando en ese mar de tierra mojada.

En Canal junto a la esclusa nº 4 del Ramal de Campos
 
Finalmente ese ansiado cruce llegó, el puente en la esclusa nº 4. La imagen del Canal es idílica. Sigue lloviendo pero ahora muy poco, y es optimista, ve que las sirgas están mojadas, pero no lo ve un gran problema, no es como imaginó que las pasaría al salir, pero tras lo pasado poco podía ser peor, o al menos eso pensaba. A un lado la bella esclusa, al otro, el Canal, precioso, con aguas de un intenso color verde esmeralda.

Sabe que tiene la oportunidad de acabar una edición que quizá no se repita en similares condiciones, cosa que sabiendo cuantos hay detrás es consciente que muchos no lo harán, que tras ese barrizal no habrá forma de que acaben en tiempo ya que cada vez habrá más riesgo de lluvia. No puede evitar grabar algo, ya que una vez en el Canal, es difícil parar o grabar. La bici esta menos embarrada cuando graba, la rueda corre, pero aun roza algo con el freno, y eso parece inevitable. La bici con barro no va a funcionar igual. Solo quedan 13,5 Km, se da cuenta de que el cuentakilómetros no funciona por la lluvia, y que a partir de ahora tendrá que notar si va más fuerte o menos por sensaciones o por el desarrollo que lleva y como lo mueve, y contar los km que le quedan para terminar a ojo.

Tiene fuerzas, pero sabe que no van a sobrar, son ya 150 Km en las piernas donde a veces se ha gastado mucho. Chupa un poco más del gel. Deja algo pues podría hacer falta, más vale prevenir…

Se adentra en el Canal, primero es una bajada donde se ven las roderas de bicis anteriores en el barro, hay que hacerla con precaución. Luego el Canal, un alivio por cuanto la rueda coge cierta velocidad, aunque la superficie no es del todo buena, y se da cuenta de que van a ser bastantes Km en unas condiciones duras, y que la lluvia vuelve y se nota, ¡vaya si se nota!, cruza diagonalmente el canal y da de lleno. Muchas partes están desprotegidas, el viento en contra se nota igualmente, no mucho, no como en tierra abierta, pero influye.

Es aquí cuando esquiva el visón, como un fantasma, como una fugaz visión. No le da  ni para alegrarse… 

Las largas rectas del canal, en ese bosque de ribera de los que tan bien conoce su ecología, tienen un colorido mágico, oscuro, una sensación especial. Uno se siente como un explorador metido en el Amazonas recorriendo esas selvas llenas de incertidumbre. La lluvia que golpea las aguas del Canal da un toque poético, salvaje, puro, melancólico,…

De repente en esta inquietante soledad,  en un tramo de buenas condiciones de la sirga, dónde aún llevaba fuerzas, como si de una imagen irreal se tratase, aparece alguien, bajo un paraguas, casi escondido…dispara su cámara. Es una imagen conocida. En la primera quedada del GPCC durmió en casa de su abuela, como él dormiría mas tarde en su casa de Madrid. Alguien muy importante en el nacimiento de esta locura, Carmelo, un talento para tantas cosas que se hace difícil enumerar o encasillar, pero diremos que es ilustrador, dibujante. Le reconoció y dijo su nombre, era una alegría ver que alguien puede inmortalizar esos momentos, y un subidón ver a alguien conocido.

       
Excelente crónica y fotos aquí. http://torresdeasfalto.blogspot.com.es/2014/08/el-gp-canal-de-castilla-2014-y-el-porno.html

Pronto empieza a llover más…por el desarrollo que lleva y como lo mueve calcula que en los mejores tramos puede ir a 20, no es posible ir a más. Normalmente en estos tramos uno busca esquivar la gravilla, pero ahora la forma de evitar la tierra y los charcos, es en ocasiones buscar las piedras, drenadas. Hay que elegir por donde pasar y cada vez puede ser diferente. Deseaba que dejase de llover, o que lloviese menos, los chopos no quitan la lluvia y cuando no da directamente, cae de los mismos chopos. Incluso si dejase de llover momentáneamente, como comprobó en uno de los puentes que obligan a salir y volver a entrar en cortas pero en estas condiciones, casi imposibles rampas, seguía lloviendo desde las hojas de los árboles…

Pero sin embargo la lluvia iba a más y había ratos que lo hacía con tanta intensidad que los ojos dolían y había que dejarlos semicerrados, con lo que uno caminaba como un autómata, dando pedales agarrando fuerte el manillar, algo que no siempre se debe hacer. La cosa estaba pasando de épica y bella a tener un cierto aire dramático. Quizá no fuese para tanto,  pero no estaba preparado para tanta lluvia; ni en la ropa, pues ya hemos dicho que iba de verano total; ni la bici, pues un 23 de cubierta se queda en poco para estas condiciones del terreno; ni mentalmente, aunque sea su punto fuerte; ni de fuerzas, pues las había calculado para como mucho cuatro gotas, y las había gastado antes luchando contra el viento y el barro.

Lo doloroso para él era quizá el haberse equivocado en su cálculo, en esa optimización de la que ya hemos hablado. Iba empapado, y eso no era  agradable, sobre todo en los pies. Tardaron en calarse, pero Km antes en un profundo charco de 20 cm bajo el agua metió todo el pie cuando aun no se habían calado del todo, ocupaba toda la sirga y no hubo forma de esquivarle. Imploró que no fuese muy profundo, pero esta edición del Canal no sabía de piedad, y era como se preveía, profundo. Llevaba calcetines de vestir normales de algodón, que actuaron como una desagradable esponja, desearía no llevarlos, se haría más fácil. 

Se vio allí, en medio de la nada, calado, las fuerzas aun aguantaban pero las notaba a menos, y no sabía exactamente cuánto quedaba, no podía comer porque todo estaba embarrado, lo intentó pero solo tragaba barro y más barro. La boca le sabia a barro de continuo, una desagradable sensación, ya que la lluvia caía de las otrora polvorientas hojas, y había que abrir la boca para respirar, cuando llovía mucho se taponaba en parte la nariz. Del casco caía una pequeña cascada continua, la rueda no rodaba como cuando no ha tenido barro, la sirga, de por si no sencilla, se hacia un duro terreno con el agua. 

Era todo mental y físicamente exigente.

Autor: Biziosona

Es curioso, ya que aunque afrontó este tramo con más de 200 Km dos años antes, y muchas horas contra un duro viento, entonces se le hizo corto. Iba a rueda y quería pasar, pero no podía, pasó cuando pudo como para dar un relevo y sin embargo se fue solo sin buscarlo.

Iba fuerte comparado a sus compañeros de grupeta final, y la disfrutó como un enano. Esta vez no iba de los últimos, sino bastante más por el medio, pero este tramo final se le estaba haciendo demasiado duro… Los Km parecían no pasar, cuando calculaba debían quedar 5, quedaban 7 en realidad, y 2 Km ahí era un mundo. 

Tenía miedo de fallar, de quedarse sin fuerzas, cada minuto de retraso era un minuto más bajo la lluvia, un minuto más que el cuerpo gastaba energía en calentarse, pues con esa ropa y a pasar de los quizá 20 grados no sentía nada de calor, un minuto más sin comer, un mayor riego de acabar más tarde enfermo o de que surgiese un problema mecánico. Con la lluvia la sensación térmica era fría, un grado menos y el tema de temperatura corporal hubiese sido un serio problema, de hecho le constó más tarde que alguno pasó problemas con eso.

Pero no, debía terminar, no es solo que una vez en esa especie de túnel  no se pudiese huir a ningún lado, sino que debía demostrar cosas a sí mismo y no cabía la palabra desistir mientras hubiese fuerzas.  Por un lado se alegraba ser de los que podrían terminar entre los que les pilló de lleno la lluvia. Por otro envidaba a los que, como la multicampeona española Dori Ruano, tuvieron la opción de dejarlo honrosamente. Nada se les podía objetar esta vez a los que desistieron o no podían llegar ya en tiempo. El quería de salida que le sobrase una hora, fue poco menos de media lo que le iba a sobrar. 

Pero entonces, había otra cosa que le angustiaba. Sabia por experiencia que si el móvil se mojaba dejaba de funcionar y no era sencillo reanimarle envolviéndole en arroz. Por suerte en meta pudo comprobar que no fue así, justo sobre ese cacharro estaba el gel que le protegía…pero igualmente supo que otros cicloturistas que terminaron no salvaron su móvil de una muerte anunciada. Vio una bolsa de  plástico entre los chopos, la única basura en todo el Canal, al que los participantes respetan mucho. Paró, la cogió y metió ahí el móvil, por suerte, eso le salvó, y con ello los videos grabados durante el día. El móvil no era sólo un "cacharro" con el que grabar, era su contacto con el resto del mundo, si no funcionase aumentaría la sensación de inseguridad.

Aquello parecía no tener fin, solo un cambio de sirga rompía la monotonía, rectas y más rectas, túnel arbolado, Canal, precioso, si,… como precioso es el mar de dunas del Sahara si llevas poco agua…

Al final supo que le quedaban 3 km por una señal cuando pensaba que la meta debía llegar ya. Había que hacer un último esfuerzo. Una oropéndola (Oriolus oriolus) cruzó el Canal de un lado a otro, era verdosa, una hembra, su sonido sonó como si un fastasma se riese de él. 

La lluvia, seguramente, debió haberla bajado de las copas de los chopos, su hábitat habitual, y quizá quiso animarle en su estruendoso idioma.

Hembra y macho de Oropéndola
Todos los días no se ve tan bello animal, como todos los días no se ve un visón, aunque sea americano, como todos los días no se terminan 163 Km en 7 horas y media en estas condiciones, así que, a pesar de que ya todo flaqueaba, tanto cada cm del cuerpo como la mente, estaba contento. En el fondo sí, pero ya solo pedaleaba como un zombie esperando que ese calvario terminase cuanto antes, pues notaba como tras 45 min sin comer nada, y muy exigentes, las fuerzas se iban. Había subido un piñón y no podía pasar de 15 por hora, de hecho esa fue la media, salidas del Canal en cruces de carretera, y paradita incluida, para esos 13,5 Km finales.  Y menos mal pensaba, que no pinchó, como no ha pinchado en todas las veces que ha venido al Canal, ya que pinchar allí hubiese sido lo que faltaba…

La lluvia hizo mella en los valientes que terminaron con ella

Al final, la visión del campo de fútbol de Medina alivio su mente, ¡ya estaba!, y aun así se hizo largo hasta meta, si bien llovía algo menos.

¡Qué alivio llegar!, estaba exhausto, sin poder sonreír, casi sin saber dónde estaba la meta ni que debía hacer. La arena mojada de la Dársena apretaba para abajo como arenas movedizas que le querían tragar. Allí estaba Victor, que parecía emocionado al verle llegar en ese estado. Él, que en su primera quedada le dio su rueda pues su debilidad era evidente, veía como ahora podía con estos retos con tiempo de sobra y superaba las dificultades. Arturo se alegró que le dijese después que se sentía orgulloso.




Igualmente estaba Frodo. Le pidió que levantase la bici para una foto. Lo hizo 2 años antes a pesar de que el día siguiente estuvo mucho más cansado que ahora. Pero en ese preciso momento, no podía mas, había luchado contra todo, y los 10.5 kilos de su ya clásica bici mentalmente le parecían una tonelada.

Sólo pensaba en salvar su móvil, sellar el pasaporte, y llegar al coche para quitarse esa ropa mojada.
Lo había conseguido, y viéndolo más tarde, fue bello, épico, se lo contará a sus nietos si un día los tenía, pensaba, y esperaba que le crean.

No fueron muchos los que terminaron en las peores condiciones, pero si más de los que llegó a creer. Puede que 10 o 15, que unos 30 fuesen afectados de alguna forma por la lluvia y acabasen, y lee a muchos como disfrutaron este último tramo. Se alegra, pero igualmente ve las fotos y las caras de algunos, y sabe que no fue el único que vivió un calvario. Como diría Fran, un acto masoquista, entendido desde los que disfrutamos del masoquismo de las gestas épicas sobre la bici.



El día siguiente estaba entero, con fuerzas, bien de salud, algo que en ese tramo final llegó a dudar, y orgulloso de sí mismo, así que no fue para tanto, pero si puede decir que hubo momentos de gran dificultad física y mental, y que a pesar de su masoquismo ciclista, en esos momentos no se alegró de estar allí.  Supongo que hay alpinistas que cerca de un ochomil, desearían no estar allí si la cosa se pone fea, por mucho que el montañismo sea su vida y se preparen para los momentos más extremos.

Ahora, está orgulloso de haber navegado en ese mar ilustrado y empapado de Historia en unas condiciones de gran dificultad, y cuanto mayor es esta, mayor es la satisfacción de conseguirlo.


Féliz de haber vivido la esencia de una CLASICA ciclista, en mayúsculas.

¡Larga vida al Canal, larga vida al GP Canal de Castilla!



Video grabado por Arturo durante la prueba:



 
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2 comentarios:

  1. Estimado Arturo:

    ¡Qué no fue para tanto! Si el último tramo fue el más divertido: meter la rueda en el charco continuo y no saber qué podía pasar.

    ¡Nos vemos el año que viene!

    Saludos.

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    1. Como te decía en el face, ya explico porque quizá yo lo vi asi, pero me alegro de que Visko y tu disfrutaséis tanto esa parte. Yo con haber llevado manguitos y sin calcetines como tú quizá lo hubiese visto muy diferente, y que hice todo el tramo sin ver a nadie, tú ibas pasando gente y eso cambia mucho la percepción. a veces son detalles. La incertidumbre del charco me moló, y más la satisfacciónn de cruzarlo sin problemas con esa rueda, ya que sí era profundo, 20 cm me debo quedar corto, pero aun no tenia del todo calados los pies, y dije, vaya! Eso es lo bonito, las diferentes percepciones, pero seguro que más de uno me comprende. Seguro que si voy contigo hubeise disfrutado como un enano por ahí.

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